2016, ¿otro año comola mona?
Director de Inversiones LarrainVial Asset Management
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José Manuel Silva
El año que recién terminó fue mediocre o malo para la gran mayoría de los inversionistas globales. Fue el año en que éstos aceptaron que China crecerá menos y con menor intensidad en el uso de materias primas. Como consecuencia de lo anterior se derrumbaron una serie de materias primas, como el hierro o el cobre. En paralelo, se derrumbó también el precio de la energía, petróleo y gas, como consecuencia de la sobreoferta generada por el esquisto. También fue el año en que Brasil cayó definitivamente del pedestal y se transformó en el patito feo de los mercados emergentes.
La caída en los términos de intercambio de la mayoría de las economías emergentes aplanó su crecimiento o sencillamente lo derrumbó. Sus monedas se devaluaron masivamente y los spreads de riesgo de sus bonos se incrementaron. Todo lo anterior produjo una rentabilidad calamitosa de las bolsas emergentes en dólares, en donde Brasil fue una de las que más cayó (-41%), acompañado de Turquía (-31 %), Sudáfrica (-25 %) o Indonesia (-20%). Chile con un -17 % se ubicó en la mitad de la tabla de mayores caídas. Cabe señalar que países desarrollados ligados a materias primas como Canadá y Australia también fueron afectados por la misma tendencia y sus bolsas en dólares cayeron un 23 y un 8 % respectivamente.
El año pasado fue también el año en que la economía global se pegó un bajón no esperado a contar del segundo trimestre que se reflejó en crecimientos negativos en los volúmenes de comercio exterior de numerosos países, en especial de aquellos que son hoy la usina del mundo: China, Corea, Taiwán. En definitiva, la caída de los emergentes no pudo ser compensada por el relativo mejor desempeño de los desarrollados. Explicar esto es clave para discernir lo que podría ocurrir en 2016.
En efecto, a fines de 2014 se esperaba que la caída en las materias primas, en especial el petróleo, perjudicaría a los países emergentes, pero ayudaría a los consumidores de los desarrollados a retomar el liderazgo que alguna vez tuvieron. Esto ocurrió, en especial en Estados Unidos, pero en menor medida a lo esperado. Los consumidores de países desarrollados ahorraron una mayor porción de la caída del petróleo que lo proyectado. Para ello se dan explicaciones demográficas (una población más vieja y más cerca de la jubilación que en otros episodios similares); macroeconómicas (la cercanía de la gran crisis del 2008-2010 incrementa la cautela y la necesidad de pagar deudas); estructurales (la peor distribución del ingreso afecta el consumo y/o la mayor regulación post crisis ha disminuido la productividad).
Lo cierto es que las reactivaciones de EEUU, Europa y Japón fueron menores que lo esperado. Otra explicación relevante es el tamaño que han adquirido los emergentes dentro de la economía global. Con la globalización cientos de millones de consumidores han sido creados en países “nuevos”. En los años de oro ellos consumieron productos de países desarrollados con muchas ganas. Más de un 5 % de las exportaciones totales de Japón o Alemania van a parar a emergentes llamados “vulnerables”. Ya no basta con las devaluaciones de las monedas emergentes para reactivar sus exportaciones, sus tamaños relativos han crecido, como también ha crecido el comercio intra emergentes. Por lo tanto si Brasil devalúa y Chile también, nadie lo hizo en términos relativos. Sólo la deflación o el alza en productividad les permitirá diferenciarse el uno del otro.
La gran esperanza para el año 2016 reside entonces en que los consumidores de países desarrollados gasten el ahorro de un menor precio de la energía. China no vendrá esta vez al rescate, incluso podría dificultarlo. El problema es que si los consumidores norteamericanos se entonan como consecuencia de las ganancias de empleo ya producidas, la Fed seguirá subiendo la tasa, el dólar se seguirá revaluando, las materias primas seguirán bajo presión, el Yuan se seguirá depreciando y las altas volatilidades persistirán. Latinoamérica tendrá además que aguantar la tormenta de la crisis brasilera que seguramente se agravará. El año chino del mono de fuego parece que volverá a ser como la mona. Sin embargo, cuando la noche es más oscura es cuando se acerca la mañana. Es muy probable que este año se abrirán oportunidades históricas para invertir en empresas emergentes de alta calidad y bonos de alto rendimiento con spreads pocas veces vistos.